Hablando de las emociones de nuestros adolescentes…
La adolescencia suele ser una etapa exigente y retadora, tanto para padres, como para docentes y para los mismos jóvenes.
Los cambios que se viven durante esta edad son muchos; y de un momento a otro, padres y profesores se encuentran en un terreno desconocido, con muchas dudas y miedos, pero con la responsabilidad de orientar y acompañar a nuestros jóvenes.
Algo muy importante para tomar en cuenta...
Es esencial tener apertura para comprender los cambios que viven los adolescentes, desde una posición empática; identificar sus necesidades y encontrar nuevas formas de estar presente para contribuir a que éstas sean cubiertas. Es verdad que ya no son niños, pero tampoco adultos y aún necesitan de nosotros.
¿Qué esperar de los adolescentes?
Las relaciones con sus amigos tendrán prioridad sobre las relaciones familiares.
Ejercitarán el poder personal y la autonomía, queriendo imponer su punto de vista.
Van a explorar y adquirir nuevos gustos e intereses.
Experimentarán cambios de humor constantemente.
Tendrán una gran necesidad de privacidad.
Se verán a sí mismos como omnipotentes y sabios.
Le darán mucho peso a la opinión de quienes conforman su círculo social, por lo que buscarán encajar.
Sabemos que todo esto puede ser difícil de procesar para los padres y los docentes, sin embargo hay que recordar que nuestros jóvenes están descubriendo sobre la marcha cómo manejarlo y al mismo tiempo cómo ser reconocidos, valorados y sentirse a gusto en su entorno social y familiar. De manera que el apoyo que les brindemos para transitar por estos cambios, será clave.
Un aspecto fundamental de este acompañamiento es el aspecto emocional, pues los cambios hormonales también hacen de las suyas, por lo que puede haber mayor grado de irritabilidad y cambios radicales en su estado de ánimo. Pueden tender a ser demasiado sensibles ante algunas circunstancias y pueden tener dificultades para comprender y manejar su emocionalidad.
Estrategias para acompañar a nuestros jóvenes durante su adolescencia.
Éstas recomendaciones podrán ayudarte a procesar ese torbellino de emociones y con ello, contribuir a disminuir los conflictos que se generen a partir de éstos.
Estar atentos a las señales que indican un cambio emocional. Gestos, cambios en el tono de voz, cambios de conducta, etc. Esto nos servirá como foco rojo para reconocer cuándo el/la adolescente esté afectado y requiera de apoyo cuanto antes.
Incentivar la comunicación emocional en la familia. Hacerle saber lo que sentimos puede evitar juicios o ataques. Por ejemplo: “me siento mal cuando te hablo y me ignoras”, “me alegro que tus amigas te hayan invitado”, etc. Por otro lado, también podemos incorporar el “te siento”, para dar validez a sus emociones: “te siento triste…”. Esto contribuye a generar conciencia emocional, la cual implica reconocer los sentimientos a medida que ocurren.
Escuchar activamente. Algunos adolescentes pueden tener dificultades para compartir sus sentimientos, pero si nos mostramos disponibles, atentos y sin ánimos de juzgar, eventualmente lo harán.
Ayudar a procesar sus sentimientos, respetando el motivo. Evitemos minimizar las situaciones que les causan malestar, las cuales pueden ser más importantes de lo que creemos y es esencial que le demos valor a eso que están experimentando.
Determinar en conjunto una solución para manejar las emociones y la situación. En caso de no haber disposición para esto, es esencial hacerles saber que estarás disponible por si necesitan ayuda para idear alternativas.
Asimismo, es importante ayudarlos a desarrollar el autocontrol. Éstas alternativas puede resultar útiles para lograrlo:
Darse un respiro cuando notemos que el adolescente está alterado o haya expresiones poco amables. Una vez que haya tenido la oportunidad de calmarse, se puede retomar la conversación y evaluar cómo manejar la situación.
Enseñar la técnica de las preguntas. Es importante mostrarle a los jóvenes que para evitar decir algo inadecuado, existen tres preguntas que hay que plantearse antes de contestar: ¿Es necesario decir esto? ¿Contribuye a mejorar la situación? ¿Es este el momento adecuado?
Por otro lado, si el adolescente es introvertido y a menudo sientes que no expresa lo que siente o piensa, invítale a preguntarse: ¿Me arrepentiré de no hablar más tarde? ¿Cómo puedo expresar esto con respeto? ¿Me sentiré mejor al expresar esto?
Esperamos que esta información te sea muy útil si tienes adolescentes en casa o niños que se encuentran en esa transición. En Don Bosco siempre priorizamos la salud emocional por sobre todas las cosas, pues sabemos que el manejo correcto de ella, será clave para que nuestros jóvenes alcancen su máximo potencial.